11 mar 2012

A pesar de que dije que no volvería a escribir en mucho tiempo no puedo, ¿A quién quiero engañar?, este es mi hobby favorito.

Hoy escribo para decirles a mis lectores que no todo el troniquismo se ha perdido, ayer he pasado un día, que si no digo que es perfecto, puedo decir que roza la perfección. Y nada mas he pasado un rato agradable con gente a la que quiero.

Comienza el día y la guinda de infantilismo la pone la pequeña Estrella y Astroboy, que tiernos y entrañables son los dos.

A la hora de la comida, aprendo cosas que me servirán para mi futuro, porque a mi futuro le gustan las sardinas sin espinas, las papas peladas y todo junto con salsa tomate. Que se le va a hacer, me espera un futuro algo “peculiar” pero me gusta

Pero es que el día, aun a pesar de estar “todo bien” en este momento, no puede seguir de otra forma sino con un gran paseo, de risas y viejos recuerdos, hasta llegar a la biblioteca con un plan perfecto, pero por si acaso siempre se nos ocurre un plan B, y gracias a un parque entrañable cerca y junto a una mecánica del corazón algo peculiar, anoche en Santa Cruz.

Un día entrañable, para recordar, perfecto. Pero todavía lo es más cuando una visita inesperada nos hace más feliz el día, una pequeñaja que con apenas cuatro años de edad quizás sabe más de lo normal, y si le tuvieras un regalo, no te diría otra cosa sino que se lo dieras.

Concluyo como ella diría diciendo que “Ha sido un día divertidísimo, ¿Verdad?”

Quizás ese seria el mejor final para este relato, pero no puedo contenerme las ganas de seguir escribiendo, ya que de fondo suena Motel, y más por el día en el que estamos, y ahora me refiero a ti, y solo a ti, cuando te doy las gracias por hacerme pasar muchos días divertidísimos y otros no tantos divertidos, pero quizás la vida es así, no siempre llueve a gusto de todos, pero yo cuento con ventaja, y es que me gusta que llueva.

No hay comentarios:

Publicar un comentario